- El brote de gusano barrenador destapó omisiones y puso en jaque la credibilidad sanitaria de México, con efectos económicos y políticos que alcanzan incluso al T-MEC.
Ciudad de México, (Agencia NVM/Redacción).- El brote de gusano barrenador que estalló en Nuevo León no fue producto del azar, sino de advertencias desatendidas y una supervisión deficiente, advirtió César Rafael Ocaña Romo, director de NexusAgronegocios. El impacto ya se refleja en la caída de ingresos, la distorsión de precios, la pérdida de credibilidad sanitaria y el riesgo de un conflicto bilateral bajo el marco del T-MEC.
A esta crisis se suma la presión de la carne importada desde Brasil, país con el que México no tiene tratado de libre comercio, lo que podría desplazar a la engorda nacional y amenazar toda la cadena de suministro de carne bovina.
Desde julio se detectaron cargamentos infectados en el sur del país y, en septiembre, SENASICA reconoció que animales con gusaneras pasaban inspecciones sin restricciones. El 21 de septiembre se confirmó el primer caso en Sabinas Hidalgo, Nuevo León. De inmediato, el problema escaló a nivel político y económico: Estados Unidos lo interpreta como un riesgo para su hato y como un fracaso de gobernanza sanitaria por parte de México.
Pérdidas millonarias y precios distorsionados
Miles de ganaderos reportan un desplome de hasta 50% en el valor de sus becerros. Mientras tanto, los engordadores aprovechan los precios deprimidos para comprar ganado barato, aunque la carne al consumidor final no refleja esa baja.
El bloqueo a las exportaciones no solo afecta a productores del norte, sino que descompone el sistema nacional de precios, golpeando también a quienes no exportan. El mercado de alrededor de 9 millones de becerros y becerras, valuado en más de 5 mil millones de dólares, permanece distorsionado.
Omisiones y pasividad gremial
Según Ocaña Romo, no solo el gobierno falló: también se avalaron cargamentos infectados, se permitió la movilización de ganado con trazabilidad dudosa y los organismos gremiales reaccionaron tarde, rebasados por la presión de los productores.
Aunque algunas organizaciones locales alertaron del riesgo para el mercado de exportación, sus advertencias fueron minimizadas. En contraste, Estados Unidos ya lanzó alertas y advertencias para proteger su hato ganadero.
Futuro incierto para la ganadería
La crisis abre preguntas urgentes: ¿se impondrá un cierre total a la entrada de ganado de Centroamérica?, ¿se endurecerán los protocolos sanitarios?, ¿habrá financiamiento de emergencia para los pequeños productores?, ¿qué viabilidad tienen los proyectos de integración anunciados?
Ocaña advirtió que la combinación de una frontera norte cerrada, un sur poroso, la entrada de carne brasileña y la pasividad gremial abren un escenario en el que los pequeños y medianos productores podrían abandonar el negocio por falta de liquidez, dejando el mercado en manos de grandes concentradores.
“El tiempo de la reacción tardía ya se agotó. El futuro de la ganadería dependerá de que autoridades y gremios pasen de la justificación a una estrategia seria y preventiva”, concluyó.
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