- El campo registró un crecimiento del 8.1% en el primer trimestre de 2025, mientras caen la producción de maíz y trigo y aumentan las importaciones.
Ciudad de México, — El sector agropecuario fue clave para evitar que la economía mexicana cayera en una recesión técnica en el primer trimestre de 2025, al ser el único que registró crecimiento, con un avance del 8.1% respecto al trimestre anterior, según datos difundidos por César Ocaña Romo, director general de la consultora NexusAgronegocios.
Este dinamismo se dio a pesar de la crisis que atraviesan cultivos estratégicos como el maíz, cuya producción nacional cubrirá solo el 50% de la demanda en 2025. En contraste, los sectores industrial y de servicios mostraron un comportamiento negativo y nulo, respectivamente.
Durante el primer bimestre del año, las exportaciones agroalimentarias —agrícolas, pecuarias, pesqueras y agroindustriales— ascendieron a 9 mil 351 millones de dólares, cifra superior a los 9 mil 184 millones registrados en el mismo periodo del año pasado. En 2024, este rubro alcanzó un valor total de 54 mil 430 millones de dólares, superando los ingresos por exportaciones petroleras y turismo extranjero.
De acuerdo con Ocaña Romo, los rubros más exitosos, como las berries, el aguacate, la carne bovina, la cerveza y el tequila, operan sin subsidios, pero con eficiencia, trazabilidad y fuerte articulación con los mercados internacionales.
Pese a los buenos resultados macroeconómicos, el especialista advierte sobre una paradoja: mientras se baten récords en exportación agroalimentaria, el Estado mantiene un modelo asistencial que, aunque de intención social, no genera autonomía productiva ni integración a cadenas de valor. “Los sectores más exitosos no reciben apoyos, y los más pobres no tienen herramientas para salir de su dependencia estructural”, afirmó.
Además, alertó sobre una severa caída en la producción nacional de granos para el ciclo 2024/25. En el caso del maíz, se espera una cosecha de 23.7 millones de toneladas, muy por debajo de los niveles observados entre 2014 y 2023, con importaciones que llegarían a 24.5 millones de toneladas. En trigo, se prevé una producción de 2.6 millones de toneladas, 25% menos que el ciclo anterior, mientras que las importaciones alcanzarían 5.7 millones de toneladas, cubriendo el 68% de la disponibilidad nacional.
Estas caídas se explican por factores como las prolongadas sequías, bajos niveles de almacenamiento de agua, altos costos de insumos y precios desfavorables de mercado. A ello se suma el desmantelamiento de mecanismos estratégicos como coberturas de precios, seguros agrícolas e inversión en infraestructura.
“El sistema alimentario global está altamente concentrado. Un puñado de corporaciones controla insumos, tecnología y canales de comercialización. Una política agroalimentaria que ignore este contexto corre el riesgo de volverse irrelevante”, advirtió Ocaña.
Finalmente, el consultor hizo un llamado a construir una nueva arquitectura estratégica que vincule a pequeños y medianos productores con cadenas de valor modernas. “Sin productividad no hay soberanía, y sin rentabilidad no hay justicia social. El poder ya no está en los subsidios, sino en los mercados, la innovación y los datos”, concluyó.